jueves, 8 de julio de 2010

SALAR DE UYUNI

Excursión al Salar de Uyuni: El lunes 28 nos tomamos un micro hacia Uyuni, por 30 bolivianos. Salimos a las 20 horas y llegamos a las 3 de la madrugada. Como hacía mucho frío (como 10 grados bajo cero), nos quedamos durmiendo en el micro hasta que se hiciera de día. A las siete de la mañana nos bajamos. Hacía entre 3 y 5 grados de sensación térmica, y estábamos desesperados por un desayuno calentito. Se nos tiraban encima todas las empresas de turismo para ofrecernos el tour, y ¡entre ellos se sacaban los ojos! La competencia hizo que los precios bajaran… y terminamos contratando a la empresa EXPEDICION LAZCAR, a 100 bolivianos por persona. Nos ofrecía un tour completo, desde las 10 y media de la mañana hasta las seis de la tarde, con almuerzo incluido. Nos llevaba el mismo dueño, Abel, en una camioneta 4x4 junto a dos personas más para completar el espacio: Claudia y Rodo, dos porteños que estaban en pleno viaje también, y querían llegar hasta México.

Cementerio de trenes: Fue la primera parada. Pudimos apreciar la antigua estación de trenes, donde se solían reparar las locomotoras después de la guerra del Pacífico.









Pueblo Colchani: Fue la segunda parada, donde nos explicaron el proceso de extracción y envasado de la sal. Primero traen en camiones los montones de sal y los dejan afuera. Para sacarle la humedad, lo colocan sobre grandes hornos y los van revolviendo con palas a mano. Cuando ya está seca, la pasan por una máquina donde se la zarandea y afina (dándole el grosor que necesita, según el molde que coloquen; pero los bolivianos utilizan generalmente la sal fina). Una vez terminado el proceso, se envasa con bolsitas a mano y con una garrafa y una varilla se sella el plástico para que quede perfectamente cerrada. El trabajo de envasado lo realizan manualmente cuatro hombres y cuatro mujeres si hay mucha demanda, y las cholas más rápidas llegan a realizar hasta dos mil bolsitas por día. El producto se vende en Bolivia solamente.











Las mujeres realizan artesanías de sal para vender al turista. Además había vestimenta característica de la zona para comprar y en los negocios, grandes estatuas de sal.











Montículos de Sal: La tercera parada fue en pleno salar. Pudimos apreciar los montículos listos para ser llevados a tratamiento. Cada uno costaba entre 10 y 15 bolivianos, alrededor de 7 pesos argentinos. El Salar cuenta con 12000 km2 de superficie y tiene cuatro minerales: Magnesio, Potasio, Boro y Litio.









Ojos de Sal: En un sector del Salar, se apreciaban los ojos de sal, que eran agujeros de agua salada donde se visualizaba la diversidad de colores generada por los diferentes minerales del agua. Además, los gases que se generaban por debajo del Salar, salían a través de ellos.



Isla del Pescado: Lleva este nombre, porque de lejos la isla tiene forma de pescado. En medio del Salar, apareció esta porción de tierra donde apreciamos a los cactus de más de 3 metros de altura. Además, paramos allí para almorzar con el grupo. Abel nos preparó una rica comida tipo auto-servicio sobre una de las mesitas de sal: arroz, papas, carne de llama, pepinos, tomates, palta, champiñones y queso. Para beber, coca cola y agua. ¡Los argentinos disfrutaron mucho este momento!













Cristales de Sal: Después del rico almuerzo, alrededor de las tres de la tarde, fuimos a ver los cristales de Sal. Abel metió la mano a pesar de que el agua estaba helada, para sacar algunos cristales, mostrarnos su belleza y dejarnos llevar algunos a casa para tener de recuerdo. Seba y Leandro no se quedaron atrás, al ver que Abel podía hacerlo, quisieron meter la mano ellos también, para ver de qué se trataba.













Hotel de Sal: La última parada fue en el Museo, que antes funcionaba como Hotel de Sal. Las paredes, las mesas, sillas, camas, todo estaba hecho con sal. El piso era sal pura y las estatuas decoraban el lugar. Para ingresar, había que consumir obligatoriamente algo, asique, nos compramos unos chocolates y una cerveza para compartir entre amigos. Y si querías usar el baño, tenías que abonar 5 bolivianos, pero si consumías bastante te dejaban pasar gratis. Qué cosa ¿no? ¡Pagar para ir al baño!











Cuando volvimos a la oficina de turismo, nos encontramos con dos uruguayos. Todos habíamos hecho la excursión y estábamos esperando que se hagan las ocho de la noche para tomarnos el micro de vuelta. Decidimos tomarnos unos mates y conversar para hacer tiempo. Fue muy grato el sentarnos en ronda y compartir de política, sociedad y culturas diferentes, junto a Isabel también, la secretaria de Abel.



Antes de irnos, nos sacamos una foto con Abel y su compañía. Nos gustó tanto su trato y su servicio que le garantizamos que lo recomendaríamos.



Nos tomamos el micro a las ocho y llegamos a Oruro a las cuatro de la mañana, estábamos muertos de frío. Se nos habían congelado las piernas y los pies durante el viaje, porque nuevamente hizo 10 grados bajo cero y no teníamos calefacción. Fuimos al Hotel Copacabana y el encargado nos abrió a las 4 am. Nos dio una habitación matrimonial para los cinco, ya que no disponía de ninguna otra. No nos importó, nos apiñamos todos en la cama y nos dormimos. Al otro día, le pedimos otra habitación y ya más cómodos, nos dispusimos a reponernos de la excursión y las bajas temperaturas.

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