jueves, 12 de agosto de 2010

Tartagal

Nos quedamos cuatro días en lo de la Tía Rosita, porque Ludmi estaba descompuesta. Después de recuperarse, caí yo al día siguiente con náuseas y descompostura, por suerte duró solo un día. Se ve que algo me cayó mal. Como cena de despedida Rosita invitó a todos los familiares a un rico asado. Leandro pasó una hermosa velada junto a sus parientes.









No queríamos irnos del hogar de los tíos, sin dejarles un regalito. Les hicimos el juego del tesoro escondido en la casa para que encuentren sus obsequios. Fósforo leía las adivinanzas y Rosita iba en busca del regalo. Les encantó el juego y los animalitos de peluche que les dejamos de recuerdo.



A la mañana siguiente nos siguieron con el auto en caravana para hacer la despedida. Luego de dar unas vueltas por la plaza principal y llamar la atención de todo el pueblo con las bocinas, nos acompañaron hasta la ruta. Paramos en el cartel de entrada y nos sacamos las últimas fotos. A Lea le costó varias lágrimas despedirse de este maravilloso pueblo y de su agradable familia. ¡Gracias Tartagal!



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